¿Habilidad o milagro?
El protagonista de este artículo es un jugador (que quedará anónimo) que se cree mucho mejor de lo que es en realidad. Esto parece ser una gran epidemia entre ambos los aficionados y los más experimentados, quienes cuando pegan un buen premio en un torneo sienten que pueden ser el próximo Humberto Brenes, Daniel Negreanu o Phil Hellmuth.
Nuestro héroe juega bastante tiempo en línea después de su trabajo y pasa los fines de semana pegado a la pantalla durante el día. Los viernes y sábados por la noche va a jugar en vivo en el casino cerca de su casa donde cuenta a quienes quieran escuchar sus ganancias continuas en internet. Pero en la partida en vivo es un perdedor constante, debido claro a la mala suerte y a los malos jugadores que componen la mesa. La realidad es que quiere ser el matón de esta jugada sin tener la habilidad necesaria para sostener su juego agresivo y desordenado.
Parecía poder manejar sus pérdidas (económicamente) hasta que ocurrió algo terrible: ¡GANÓ UN TORNEO EN LÍNEA CON UN PREMIO DE $41,000!
¿Por qué fue eso terrible?
Al día siguiente no apareció en su oficina, tampoco el siguiente, así hasta que iba a perder su empleo. Finalmente mandó este mensaje a su jefe por medio de uno de sus compañeros de trabajo “ahora soy profesional de poker”, y quedó oficialmente desempleado.
Esto ocurre a menudo, muchos jugadores cuando consiguen un premio grande en un torneo o ganan varios miles de dólares en mesa abierta creen que tienen lo que les faltaba: un bankroll para hacerse millonarios jugando poker, porque las habilidades para ser un gran jugador siempre las han tenido y este súper premio es la prueba que lo confirma.
Nuestro héroe juega ahora en los límites más altos y entra en todos los torneos caros. Dos meses después, destrozado por la “mala racha” que lo ha perseguido desde que ganó el jackpot, se encuentra con sus últimos $825 en su cuenta de PokerStars. Esta en un estado mental que da pena y se come su vergüenza para volver a su oficina a ver si su jefe está dispuesto a devolverle su puesto. Los $41,000 engordaron los bolsillos de los verdaderos buenos jugadores a los niveles altos que nuestro héroe caído practico en estos dos meses, era inevitable.
Si hubiera sido consciente de su valor real como jugador de poker, nuestro sujeto habría puesto este dinero en el banco o se habría comprado una casa, aprovechando la buena fortuna que le había tocado.
Cuando ganas un torneo o una buena suma en abierto no te dejes embriagar por estas victorias a corto plazo. Es el mejor momento de evaluar tu juego realistamente, saber cuales son tus debilidades. Si al igual que nuestro héroe no encuentras ninguna es que tienes muchas y seguirás el mismo camino.
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